Desde la profunda derrota se despierta la más clara victoria. Los opuestos se llaman, sin nombrarse... Y las letras empiezan a transpirar desde que no son dichas y aprenden a jugar... El circulo se crea en torno a dos núcleos, sólo dos constelaciones que dejan fluir sus brillos, líquidos que sobrepasan los techos y una cama de espuma o de peces de colores o de salivas expulsadas desde todos los rincones del cuerpo... Lo líquido erigido en sólido... Y el cuerpo, una gran boca.
La sedienta necesidad de océanos, de mares omnipresentes que se derramen a sí mismos. La oscuridad llena de luz... Cuatro manos hacedoras de dedos gestuales, de caricias tatuadas... Cuatro manos con lapices en cada articulación que dibujan flores enredadas en la unión de los núcleos... Divisiones que se pierden, lineas que se borran por la misma unificación...
La sedienta necesidad de océanos, de mares omnipresentes que se derramen a sí mismos. La oscuridad llena de luz... Cuatro manos hacedoras de dedos gestuales, de caricias tatuadas... Cuatro manos con lapices en cada articulación que dibujan flores enredadas en la unión de los núcleos... Divisiones que se pierden, lineas que se borran por la misma unificación...
Y el amor... El amor renaciendo, atrayendo para sí lo propio y lo ajeno... El amor creándose en calles sin direcciones, en días sin años... El amor como eternidad de minutos... Como pájaro que aprende a volar y encuentra un nido donde descansar las alas, donde curarse de los vientos fuertes que cortaron sus plumas, donde limpiarse de colores desgastados, mal pintados, despintados... Y el amor ardiendo en los ojos cerrados, en las narices mudas, en la multiplicación de 2x1, en la necesidad que aprende a no necesitar y se traslada a los pies...
... Y mi amor que ya no hace más que encontrar sin buscar, que encuentra porque ya no busca... Que vive desde mi existencia, que se abre sin necesitar puertas... Mi amor que no depende, que no se ata... Mi amor libre y libertad de amar... Elección y determinación porque ya tus manos son estas con las que escribo, porque ya mi corazón es la ventana por donde aprendes a contemplar mejor...